Luis Roberto Robles J. Abril 2023
Hace algunas décadas, cuando las personas viajaban en automóvil de una ciudad a otra, por ejemplo, de Guadalajara a Puebla, era necesario parar en las estaciones de servicio no solo para cargar combustible y, tal vez, conseguir algún refrigerio, sino también para limpiar el parabrisas del automóvil. Al pasar a alta velocidad por las amplias zonas rurales, cientos de insectos se estrellaban contra los espejos del automóvil.
En la actualidad, basta con activar el mecanismo de limpieza del parabrisas para retirar los rastros de algún insecto solitario. Esto no tiene que ver solo con los avances tecnológicos y de diseño de los automóviles, sino también con el uso de un cóctel de compuestos organoclorados, organofosforados, carbamatos y piretroides conocidos como pesticidas.
El propósito de los pesticidas es controlar (o mejor dicho, exterminar) la presencia de poblaciones de insectos, hongos y otras plantas que pongan en riesgo el mejor rendimiento de los cultivos. Pero esto es, a su vez, una técnica contraproducente que también elimina la presencia de polinizadores. Además, estos químicos estarán impregnados en los alimentos cosechados y se escurrirán al suelo y al agua, sin mencionar el riesgo de bioacumulación en la red trófica.
Este es uno de los múltiples problemas que nos indican que la agricultura debe migrar de los monocultivos hacia una agricultura sustentable. No obstante, este cambio debe ocurrir ordenadamente para no arriesgar la alimentación de miles de millones de seres humanos, y podría llevar mucho más tiempo del que quisiéramos.
En busca de una solución simple y elegante, la Universidad de Sussex, el Real Jardín Botánico de Kew y la empresa de biotecnología BioBee llevaron a cabo un estudio para probar la eficacia de la técnica conocida como «flores en los bordes de los campos» para el control de plagas, comparándola con el uso convencional de pesticidas.
La técnica consiste en sembrar flores silvestres en surcos a los bordes de los campos de cultivo, creando así un hábitat adecuado para insectos benéficos como las abejas y las mariquitas, que son depredadores naturales de las plagas que afectan los cultivos. Los investigadores sembraron flores en los bordes de campos de trigo en el condado de Sussex, en el sur de Inglaterra.
Los resultados mostraron una reducción significativa del número de plagas que afectan a los cultivos de trigo, en comparación con los campos de control que se trataron con pesticidas. Además, aumentó la diversidad de los insectos polinizadores, lo que es vital no solo para la agricultura, sino también para el medio ambiente.
Los investigadores también analizaron la rentabilidad de la técnica y encontraron un beneficio económico a largo plazo para el agricultor, lo que potencialmente puede beneficiar también al consumidor.
Implementar esta técnica en los campos de cultivo mexicano puede ser una realidad alcanzable a corto plazo y puede potenciar el consumo responsable. Si deseas conocer más de este tema, acompáñanos en las múltiples actividades educativas que tenemos en Acuario Michin, te esperamos.