Luis Roberto Robles J.
A lo largo y ancho del inmenso océano, ya sea la tranquilidad abrumadora del fondo marino o en aguas tempestuosas de la superficie, habitan un conjunto de microorganismos unicelulares conocidos como foraminíferos. Estos organismos protistas son un importante componente de los ecosistemas marinos, son claves en la red alimenticia y construyen conchas o testas calcáreas que contribuyen a la formación de sedimentos marinos y a la estabilidad química del sistema de los carbonatos.
El significado etimológico de la palabra foraminífero es “portador de agujeros” y esto se debe a la forma y peculiaridad de sus testas. Se trata de estructuras externas de carbonato de calcio que les sirve como protección y soporte. La arquitectura de las testas es variada y presenta formas y tamaños distintos entre las diferentes especies de foraminíferos.
La arquitectura de las testas de los foraminíferos es fascinante. Estas estructuras están compuestas por una serie de cámaras que se van añadiendo a medida que el organismo crece. En algunas especies, las cámaras están conectadas por canales, lo que permite la circulación de agua y la absorción de nutrientes. Además, las testas pueden presentar una gran variedad de formas y ornamentación, lo que ha llevado a algunos científicos a utilizar la morfología de las testas como una herramienta para la identificación de especies.
Las testas de los foraminíferos son de calcita, una forma cristalina del carbonato de calcio cuyos elementos son indicadores de las condiciones químicas, físicas y ambientales del océano. Cuando los foraminíferos mueren, las testas caen al fondo del mar, dónde se acumulan con el sedimento, formando ensambles a lo largo de los milenios, por esta razón, los geólogos marinos utilizan las testas encontradas en los estratos del sedimento para recrear las condiciones climáticas y ambientales, en el tiempo que estos organismos estuvieron vivos.
En México, los ensambles de foraminíferos han sido utilizados en estudios paleoclimáticos, ya que su presencia y distribución en los sedimentos marinos proporcionan información sobre las condiciones ambientales en el pasado. Estos estudios han permitido reconstruir cambios en la temperatura y salinidad del agua, así como la variabilidad de las corrientes marinas y la frecuencia de eventos climáticos extremos.
Gracias a estos testigos microscópicos hoy podemos conocer los ciclos de variación natural de mediana y larga escala temporal que nos permiten prevenir mejor los eventos climáticos y preservar mejor nuestros recursos. No te pierdas la oportunidad de aprender más sobre este y otros temas de la vida marina en Acuario Michin.