Robles J. Luis R.
Desde el inicio de la revolución industrial, la humanidad ha logrado un nivel de desarrollo superlativo. Año con año la tecnología avanza hasta alcanzar metas que en otros años eran inimaginables, hoy es posible ejecutar acciones de manera remota desde nuestro teléfono, por ejemplo, sin importar en que parte del mundo nos encontremos es posible hacer funcionar la cafetera de nuestra casa, siempre que los aparatos estén conectados a la red. Paradójicamente, nuestro modelo de desarrollo y de consumo cuyo fin es mejorar la calidad de vida humana, ha desencadenado fuerzas naturales que convergen en peligrosas direcciones, causando impactos negativos sin precedentes en la calidad de vida y en la estabilidad económica y social.
El panel de científicos expertos en cambio climático (IPCC) ha llegado al consenso de que la crisis climática y medioambiental es irreversible y nuestras oportunidades de adaptarnos son limitadas, las proyecciones son preocupantes, si no ocurre un cambio profundo en nuestra forma de vivir, se estima (en el más conservador de los escenarios) que para mitad de siglo una tercera parte de la población mundial estará afectada por condiciones climáticas severas anulando la capacidad de la tierra para generar alimentos lo que es una condición que precede a las crisis migratorias. Es urgente adoptar un modelo de desarrollo a favor del medio ambiente y de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
A pesar de la contundencia del mensaje y de lo desalentador que puede parecer, toda crisis es también un área de oportunidades y para resolver este gran problema tendremos que dirigir nuestros esfuerzos y aplicar la tecnología en un nuevo modelo de desarrollo.
La urbanización tiene un impacto específico en la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero, aproximadamente un 70 por ciento del dióxido de carbono antropogénico se emite desde las áreas urbanas, por otro lado, los expertos estiman que las grandes áreas urbanas, por su alta concentración demográfica, podrían sufrir los efectos más devastadores del cambio climático, por este motivo, cientos de ciudades en todo el mundo están formado alianzas con el fin de esquematizar planes de acción climática y transformarse, no solo con el objetivo de mitigar los efectos negativos si no también, de ser espacios de conservación. En otras palabras, el gran desafío para los próximos años es crear en las grandes áreas urbanas a partir de la participación cohesiva de todos sus actores, fuentes de soluciones y estrategias que serán necesarias para enfrentar el cambio climático.
CAMBIO DE PARADIGMA URBANO Y NUEVA CULTURA AMBIENTAL En el contexto de una nueva cultura ambiental y la necesidad de un nuevo paradigma urbano, toma cada día mayor importancia el concepto de ¨ciudades verdes¨ (también descritas en la literatura como “ciudades resilientes”). El objetivo central las ciudades verdes es impulsar la cultura ambiental mediante la sensibilización consiente de el uso responsable y más eficiente posible de los recursos naturales y al mismo tiempo lograr un equilibrio entre la capacidad de carga de los ecosistemas asociados y las actividades humanas que conviven dentro del mismo espacio.
La construcción de ciudades verdes requieren de las denominadas infraestructuras verdes, es decir, tecnología de emisiones base cero, estrategias y estructuras de transporte ecológico (e.g., transporte público eléctrico, ciclovías seguras y continuas, senderos peatonales amplios y arbolados), gestión de residuos, energías limpias, agricultura urbana orgánica (reforestación urbana, parques lineales, huertos urbanos, jardines polinizadores, jardines verticales, azoteas verdes), gestión eficiente del agua (nidos de lluvia, recirculación de aguas grises, tratamiento completo de aguas negras) comunidad y gobierno con misión y visión ambiental.
Una estrategia básica y de enorme importancia en las agendas de acción climática es el impulso de los espacios de convergencia entre la conservación de la biodiversidad, la educación ambiental, la investigación y la inclusión social. Estos espacios son instrumentos de comunicación de impacto en los que se renueva el compromiso de luchar a favor del medio ambiente, vale decir que Acuario Michin representa un excelente ejemplo de esta infraestructura verde. Las ciudades verdes tienen el potencial de impactar positivamente en la calidad medioambiental, y en salud, tanto física cómo psicológica de sus habitantes sin embargo existen pocas ciudades en el mundo con estas características, podemos mencionar a Copenhague, Ámsterdam o Estocolmo como ejemplos, sin embargo la realidad socioeconómica, política, demográfica y cultural de estas ciudades es opuesta a la de otras grandes urbanizaciones, dónde la corrupción, la apatía, la falta de conocimiento y compromiso son por si mismos efectos devastadores para el desarrollo de la vida humana.
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